martes, 19 de noviembre de 2013

La Tierra sueña


He leído que el papel nos es indefinidamente reciclable, ni tampoco el cartón. El metal es quizá el material que resiste en mayor grado un reciclaje continuo por mucho tiempo. Muy al contrario de lo que ocurre con el plástico, uno de los residuos sólidos más perjudiciales para el medio ambiente, para la naturaleza. Imaginen que hasta 500 años pueden tardarse los componentes plásticos en biodegradarse hasta eliminar todo vestigio tóxico para el entorno natural de La Tierra. 500 años son más de 10 generaciones humanas y durante todo ese tiempo nuestro aire, nuestros bosques y suelos, nuestras aguas, flora y fauna serán víctimas y tendrán que lidiar con agentes ajenos a su estado originario. Y también nosotros, los seres humanos, tendremos que vernos siempre con los desechos que no han sido bien utilizados y que contribuirán a incrementar eso que llamamos contaminación.
Cuesta dinero, tiempo y mucho trabajo en estudios e investigaciones para poder detener los daños de toda esa basura que el ser humano produce imparable y sin apenas inmutarse por las consecuencias que causa a su alrededor. Sería mucho pedir que más de 6 mil millones de almas se pusieran a pensar qué hacer con ese papel, botella, envase de cartón o juguete de plástico al que no le encuentran mayor utilidad que la que encontraron satisfaciendo un deseo apremiante de consumo.

Miles de millones de euros se gastan anualmente en todo el mundo para financiar campañas de concienciación, sistemas de recolección de basura, división de los materiales reciclables y su posterior procesamiento para obtener un componente lo más límpido posible como para ser reutilizado en las diferentes industrias. La misión del reciclaje es loable, pero son pocos los que se involucran en esta ardua tarea que exige mucho y paga poco. 


Imaginarse por un instante que todos los materiales desechados por el ser humano pudieran ser reutilizados infinitamente, resulta un alivio en medio de tanta destrucción de nuestro medio ambiente natural. El hecho de que el plástico, luego de cumplir su primera función, pudiera ser colocado en una máquina fundidora, una y otra vez, eliminaría la necesidad de seguir fabricándolo, invirtiendo dinero y energía en nuevas fusiones de elementos químicos que se quedarían en el subsuelo, de donde son extraídos, verbigracia, el petróleo. 


El papel y el cartón reciclados eternamente, sin fecha de caducidad, lograrían lo que todos los gobiernos del mundo no han podido ni medianamente (sabemos que la mayoría es por falta de voluntad política y económica): detener la tala masiva de bosques. Con gran parte de la masa vegetal actual indemne, se restauraría un nuevo equilibrio ecológico, dando paso a la recuperación de terreno perdido durante tantos años de explotación irracional por parte del ser humano. Varios Amazonas resurgirían en disímiles territorios de La Tierra.


 

Sólo con que transcurran varios años desde el inicio del reciclaje masivo y perenne de todos los materiales sólidos que sirven a la vida moderna, el aire que respiramos elevaría su calidad, debido a la menor producción de gases químicos emanados de las fábricas, muchos de los cuales tienen efecto invernadero y contribuyen al calentamiento de la atmósfera. Ver que China o Estados Unidos están cerrando miles de plantas químicas, y abriendo en su lugar, centros de reciclaje continuado de papel, cartón, plástico, vidrio, metal y hasta telas, significa la creación de una gigantesca y novedosa industria ecológica, generadora de nuevos desafíos para las economías de los países. Aquellos que no hayan podido instalar una capacidad de reciclaje suficiente, tienen un tiempo perentorio para seguir fabricando los materiales contaminantes, pero están obligados a exportar los desechos a los centros mundiales de recepción y regeneración de basura.

La espiral ecológica

La sinergia está funcionando, todos estamos conscientes de que ahora presenciamos el inicio de una edad de oro, no solo para nosotros, sino también para aquellos seres vivientes con quienes compartimos los recursos que nos da la madre Tierra. Vemos como especies de animales cuasi extintos saltan del nivel crítico y alcanzan la paz con su ecosistema. Selvas enteras reverdecen y reinician su labor de oxigenación y control térmico de la atmósfera. Lagos, ríos, mares y océanos se vuelven diáfanos, permitiendo la entrada de los rayos solares que en algún momento dejaron de tocar su fondo. Esos mismos rayos solares ya no son tan inicuos para nosotros los humanos, porque la hasta ahora maltrecha capa de ozono, se ha vuelto más gruesa, filtrando hasta la última radiación ultravioleta. 



Es increíble que con tan solo reciclar papel, cartón, aluminio y otros metales, vidrio, telas y por supuesto, plástico, se haya alcanzado un nivel de bienestar colectivo como el que tenemos ahora. Sólo observen a su alrededor, la basura ha dejado de ser esa acumulación sólida maloliente, incómoda visualmente, inservible y difícil de desaparecer. Ahora es la solución para problemas, que por la ceguera de los gobiernos, líderes políticos, economistas, empresas y los ciudadanos en general, parecían irresolubles. La tecnología nos ha dado una herramienta de salvación: poder reciclar los materiales sin desgastar sus propiedades de uso. El planeta Tierra nos lo agradece. Podemos afirmar que uno de los descubrimientos más grandes de la historia de la humanidad está en pleno desarrollo y que la naturaleza, finalmente, está fuera de peligro.